domingo, 18 de diciembre de 2011

Mais on ne vit qu'une fois

BB Brunes, mi más reciente descubrimiento. Se trata de un joven grupo (se consolidaron como banda hace tan solo cinco años) de indie rock francés. No puedo aportar mucho sobre ellos porque los conocí hace muy poco, el viernes. Y me gustaron mucho, la verdad. Algunas de mis canciones preferidas son Confusions Printanières, Dis-moi, Cola Maya o Peut-être pas cette fois.


De izquierda a derecha: Karim --> batería, Félix (el de detrás) --> guitarra, Adrien (el que está agachado) --> guitarra y voz (y un poco el líder del grupo) y Bérald (el último en incorporarse) --> bajo


Qué monos. ¿No está nada mal el batería, eh?
Si os parece una entrada en plan fan de toda la vida lo siento, no es mi intención. Reconozco que es un poco raro actualizar hablando de un grupo que he conocido hace dos días (literalmente) como si fuese a vender mi alma por ir a un concierto suyo. Y si no os lo parece perdonadme por esta absurda, precipitada y exagerada disculpa (la de antes).
El caso es que ya suena (desde el mismo día que los descubrí) su música en mi i-Pod, Spotify y móvil y este último tiene un precioso fondo de pantalla en el que salen ellos trajeados. Esta:

Lo cierto es que sí que me gustaría ir a un concierto suyo, pero tranquilos, no voy a vender mi alma a nadie.
Ay... tantos grupos que adoro desde tantísimo tiempo y nunca les he dedicado una entrada y ahora vienen estos gabachos y se apropian de mis oídos y claro, ¿para qué está el blog si no es para informar a tus seguidores acerca de tus gustos, preferencias y descubrimientos?
Y los descubrí gracias a la Wikipedia. No es la primera vez que me pasa. Ya me sucedió con Saurom, uno de mis grupos preferidos.
En fin, me despido con otra foto

domingo, 11 de diciembre de 2011

La realidad es una lasaña curiosa








Estos dibujos son de un chico que dibuja a la gente que le llama la atención cuando va por la calle. No es que se pasee siempre con un bloc debajo del brazo y un lápiz en la oreja y pida a la gente que pose ara él sino que hace uso de su memoria fotográfica y cuando llega a casa los dibuja. Al lado del dibujo hay siempre una descripción objetiva de la indumentaria (bueno, en realidad muy objetiva no es) y una opinión personal sobre la persona o el colectivo en cuestión. En realidad, es bastante crítico y tiene muchos prejuicios como él mismo afirma. Relaciónandolo con el origen y el sentido de faunamongola.blogspot.com he de decir que yo misma alguna que otra vez he intentado imaginar a dónde iba o de dónde venía y porqué alguna persona arbitraria que me cruzaba por la calle pero no se me daba bien, me cansaba en seguida y me olvidaba. Aunque era gracioso, me parece que la próxima vez que realice el mismo recorrido de todas las tardes (casa-soci/soci-casa) lo volveré a intentar y creo que le voy a copiar la idea al chico este y yo también voy a dibujar a la fauna mongola de mi ciudad, sí, mis archienemigos el pijus alzireñus y el modernus alzireñus, aunque ahora que lo pienso mucha diferencia entre ambos no hay pero da igual. Los que me conocéis sabéis que me encantan este tipo de blogs y me paso la vida visitándolos, espero tener uno parecido cuando sea diseñadora industrial aunque para ello tenga que sobrevivir primero a la temida física de segundo de bachillerato. En fin... ¡Larga vida a la creatividad y el diseño! Bueno, que ya me estoy empezando a emocionar.
Os recomiendo que visitéis el blog del que os acabo de hablar 
http://faunamongola.blogspot.com/
No tiene desperdicio.

viernes, 2 de diciembre de 2011

Dedicarle una entrada de blog a alguien que odias es darle demasiada importancia

Me importa. Claro que me importa. De lo contrario no estaría así. No es que esté destrozada hasta el punto de pasarme las noches en vela empapando la almohada de lágrimas pero sí que estoy molesta, por supuesto que estoy molesta. Y es que no entiendo la mitad de cosas que están pasando. Me pregunto cómo puede ser que cambie todo de la noche a la mañana y cómo puede una persona dejarse llevar tanto por otra, y a qué precio. ¿Y cómo puede hacer luego como si nada hubiese pasado? ¿Y por qué no dejó las cosas claras desde el principio? ¿Cómo pudo perdonar tan pronto a alguien que tanto daño le había hecho y además obedecer sus órdenes de ignorar a una de las pocas personas que muy a su pesar tuvo que soportar sus historias y calamidades y darle consejos en los que violaba sus propios principios?
Llegué a considerarlo un gran amigo. De verdad. Pero los amigos no se hacen eso. Y las personas con un mínimo de 3 puntos de cociente intelectual tampoco. Sabes mejor que yo lo que hizo y aun así le consientes sus caprichos de niña malcriada. Es que es increíble, tanto que tardé horas en asimilarlo. No te imaginaba tan masoquista. En fin, tú sabrás, pero personalmente creo que has salido perdiendo en todos los aspectos.
Mas tranquilo que yo también voy a obedecer a tu dueña.
Nos vemos en la graduación.

jueves, 1 de septiembre de 2011

Septiembre

Hoy es uno de septiembre. Septiembre. Siempre me ha gustado este mes. Realmente no sé muy bien porqué. Sí que es cierto que siempre me ha hecho ilusión volver al colegio, a las clases, volver a salir con mis amigas y ver que no estamos solas en la ciudad, ver los libros nuevos y hojearlos una y mil veces, aunque en realidad esta vez no les he hecho mucho caso. Ahí están, a mi derecha, en el sofá. Lo cierto es que me he asustado un poco al verlos; el de lengua y literatura tiene casi las mismas páginas que el manuscrito original de el Quijote, el de valenciano tampoco se queda muy atras, el de dibujo técnico casi me provoca un infarto de miocardio y no hablemos del de física y química y el de matemáticas que probablemente estén envueltos en plástico para no causarnos depresión antes de tiempo. Cambiando de tema, el otro día me hice el carné de la biblioteca tras muchos, muchísimos años sin él (el primero y único que tuve antes de este lo pagué en pesetas) y me saqué dos libros. Uno de ellos ya lo he terminado, al final resultó ser la típica novela vampírico-romántica de siempre. El otro lo he empezado hoy y al parecer va sobre una chica que tiene premoniciones. Por cierto, ¿os habéis dado cuenta de que el prototipo de chica protagonista en la mayoría de las historias es siempre de rostro pálido y ojos claros? ¿Es que las morenas de ojos marrones no tienen derecho a vivir aventuras? En fin, cada escritor describe sus personajes a su gusto, no puedo acusar a nadie de discriminación. Otra de las cosas por las que me gusta septiembre es el tiempo, los días nublados, ventosos o incluso lluviosos. Y es que a esta tímida y sarcástica chica asustada por el bachillerato le encanta el otoño. Tal vez esto se esté volviendo ya un poco cursi (si es que no lo ha sido desde el principio) pero así es, me encanta el otoño, me encantan los días grises con matemáticas a primera hora, me encantan los días ventosos si no suponen imitar a Marilyn Monroe constantemente por la dichosa falda del uniforme (lo cual ya no será un problema), me encantan los días lluviosos con exámenes orales de francés en los que finjo ser la protagonista de una película. Otra de las razones por las que merece la pena ir a clase es sentarte en tu sitio preferido (en mi caso segunda fila al lado de la ventana) y dejarte llevar por tus pensamientos mientras alguien al otro lado de una mesa distinta a las demás habla sobre algo que casualmente está relacionado con lo que pone en la página por la que todos los libros de la clase están abiertos. Al mismo tiempo que una cabellera oscura sentada delante de ti hace garabatos en sus libros y libretas o lee algún libro del estilo de los mencionados antes. Mientras tu compañera de mesa hace los deberes de otra asignatura ajena al colegio. A la vez que el resto de la clase manda mensajes con el móvil a gente situada a medio metro de ellos. Y fuera la obra del edificio de colores y placas solares parece casi acabada. Siempre.
 

                                       
                                          
 
                                          

domingo, 3 de julio de 2011

Sueños

Extraño mundo en el que todo es posible. Para mí siempre han sido y son muy reales en el sentido de que no soy consciente de estar soñando, pero también hay que decirlo, bastante surrealistas. Es algo que me resulta apasionante porque no se sabe porqué pero está ahí. Son una mezcla de recuerdos, pensamientos y demás archivos almacenados en nuestro subconsciente que deciden dar un paseo y venir a por nosotros mientras dormimos. A veces son demasiado perfectos y no experimentamos un agradable despertar al volver a la realidad. Otras veces no son muy bonitos que digamos y respiramos aliviados al abrir los ojos y darnos cuenta de que todo ha sido producto de nuestra imaginación. Eso sí, sean de nuestro agrado o no, todos tienen algo en común, no pertenecen al mundo real, es decir, es todo mentira, por muy extremadamente real que parezca. Sin embargo, el hecho de que sean sueños reales (por diferenciarlos de cuando soñamos despiertos, que eso sí que es imaginar sin más) los hace más creíbles. ¿No despertáis con mejor cara al acordaros de un sueño que habéis tenido esa misma noche y que os ha encantado o por el contrario, os entristece por no ser más que eso, un sueño?

jueves, 30 de junio de 2011

El amigo especial

-Ana, te presento a Óscar. Mi... amigo especial.
Eso me dijo mi hermana. Mi hermana tiene dos años menos que yo. Se llama Sandra y siempre ha sido una chica muy madura para su edad, a la vez que solitaria e introvertida. Es verdad que no tiene ni tuvo amigos pero tampoco enemigos. Perdón, sí tuvo un amigo, Óscar, y una amiga, Belén.
Yo tenía dieciséis años y ella catorce. Estudiábamos en el mismo instituto e íbamos juntas a clase. Íbamos a muchos sitios juntas. Por aquel entonces yo era lo más parecido a una amiga que ella tenía. Mucha gente decía que para ser hermanas no nos parecíamos mucho. Vale que yo no era el alma de todas las fiestas pero al menos podía presumir de tener muy buenos amigos. Cuando empezamos el curso, ella tercero de eso y yo primero  de bachiller mi madre se empeñó en apuntar a Sandra a clases de artes plásticas. Nunca nos dijo que le encantaba dibujar y pintar pero un día mi madre y yo encontramos un álbum de dibujo suyo y nos dimos cuenta de que teníamos una artista en casa. No se lo dijimos porque sabíamos que se enfadaría y seguramente lo quemaría. Mi madre estaba un poco harta de que la niña no se relacionase con nadie, y pensó que podría expresarse mediante la pintura. Mi hermana supuestamente se enfadó y dijo que nadie la podía obligar a ir si ella no quería. No obstante, había algo en sus ojos que decía que mentía. Era como si le hubiesen hecho el mejor favor de su vida y no se atreviese a confesarlo. Mi madre se percató de lo que ocultaba su mirada y se puso a jugar a ser actriz un rato. Le dijo que sería importante para ella hacer una actividad extraescolar. Al final mi hermana aceptó. El primer día la acompañé porque me pillaba de camino a la biblioteca, donde había quedado con una amiga para hacer un trabajo. Nada más entrar en el aula, Sandra se sorprendió. Había chicos y chicas de todas las edades. Todos estaban sentados alrededor de una mesa gigante. No se conocían entre ellos y eso a mi hermana le tranquilizó. Al menos no sería la única persona callada. Se sentó en una esquina. Al lado de una chica de unos veinte años. El asiento de enfrente estaba vacío, aunque no por mucho tiempo. Al cabo de dos minutos vino un chico.
-Hola. ¿Aquí va alguien?
-No, nadie.
-Ahora sí, yo.
Sandra estaba ocupada rellenando un folio en blanco con todo lo que se le pasaba por la cabeza, ni siquiera alzó la vista para hablar con su nuevo compañero. Pasó un rato de silencio entre ellos hasta que el chico lo rompió.
-¿Cómo te llamas?
-Sandra.
-Yo me llamo Óscar.
Sandra seguía sin levantar la cabeza del papel. Dibujaba un dragón y se equivocó con los ojos. Se puso a buscar su goma por la mesa pero no la encontraba.
-¿Buscas esto?
-Sí, gra...
Entonces levantó la cabeza y vio a Óscar. Era un chico discapacitado. Iba en silla de ruedas. Eso fue lo primero en que se fijó. Lo segundo, que tenía unos ojos preciosos, verdes como la hierba.
-Gracias. –Le dijo ella.
-De nada.
-¿Qué dibujas? –Por extraño que parezca, esta vez la que preguntó fue mi hermana.
-Animales. Un águila, un león, un tiburón... ¿Te gustan?
-Yo soy más de animales domésticos.
-Cualquier animal se puede domesticar, incluso sería mucho más fácil que a algunas personas.
-¿Sabes qué?
-¿Qué?
 -Yo una vez domestiqué un zorro.
-¡No me digas? Yo domestiqué una rosa.
Ambos se echaron a reír.
 La clase finalizó. Al llegar a casa mi madre le preguntó a Sandra por su primera clase de artes plásticas.
-¿Qué tal, cariño?
-Bien...
-¿Qué habéis hecho?
-Dibujar.
Y se fue a su habitación. Mi madre puso cara de “¿Me tomas por tonta?” Y yo no pude aguantar la risa.
-Mamá, es que tú también... Es una clase de dibujo, ¿qué va a hacer?
-No es de dibujo, es de artes plásticas. No es lo mismo.
-Dibujar. ¡Ja, ja, ja!
Las clases de “artes plásticas” como dice mi madre eran dos días a la semana. Los cinco días restantes mi hermana dibujaba y pintaba en “secreto”. Yo llamaba a la puerta de su habitación y ella contestaba:
-¡Un segundo!
Entonces yo oía cómo escondía su obra maestra debajo de la cama o dentro del armario o incluso en un cajón. Cualquier lugar era bueno para esconder su talento.
Poco a poco Óscar y ella se hicieron amigos.
-Eres una mala amiga. No me has felicitado.
-¿Qué?
-Hoy es mi cumpleaños. Cumplo quince años.
-No tenía ni idea.
-Ya, claro...
-Es cierto.
-Je je. Ya lo sé. Es que me gusta ponerte nerviosa.
-Ya veo. Pues que sepas que dibujo mucho mejor que tú.
-Eso no te lo crees tú ni loca.
-Ya lo veremos...
-Por cierto... Hoy no es mi cumpleaños. – Dijo esbozando una sonrisa a la que Sandra no pudo resistirse a contestar con otra.
-Algún día te mataré.
-¿Me matarás? ¿Crees que podrías vivir sin mí?
Eso le dio a Sandra qué pensar. Era su único amigo. Se lo pasaba muy bien juntos. ¿Podría vivir sin él? En su interior la respuesta era obvia, no. Se esforzaba en disimularlo pero no sabía durante cuánto tiempo más podría hacerlo. Al día siguiente quedaron Óscar, su prima Belén y Sandra. Óscar se había empeñado en que su prima y su amiga se llevarían muy bien y decidió presentarlas.
-Hola, soy Belén. Tú eres Sandra, ¿no?
-Sí. Encantada.
-Lo mismo digo. Por aquí cerca hay un bar al que suelo ir con mis amigos. ¿Queréis que vayamos?
-Por mí no hay problema pero a lo mejor aquí la pintora tiene algún inconveniente.
-Pues no, listo. No veo porqué no podemos ir.
-¿Normalmente discutís?
-Bueno... Un poco. A tu primo le gusta ponerme nerviosa.
Era viernes, así que podían quedarse hasta tarde por ahí. Pero se fueron pronto a casa.
-Me ha encantado conocerte, Sandra.
-Lo mismo digo, Belén. Tenemos que quedar otro día.
Al llegar a casa mi hermana corrió a abrazar a mamá.
-¿Sabes que es la primera vez desde hace cuatro años que me abrazas? ¿Qué te pasa?
-Nada, es que tengo frío.
Mamá sonrió y me dijo al oído:
-Qué rara es tu hermana...
-Lo sé...
Sandra no dejaba de preguntarse porqué Óscar iba con silla de ruedas. No es que le importara. Simplemente era curiosidad. Pura curiosidad. Pero no se atrevía a preguntárselo. Eran amigos pero no tenían tanta confianza para hablar de esas cosas. Suponía que algún día se enteraría pero tampoco estaba muy segura de ello. Por otra parte, sabía que aunque quisiera no podría prescindir de él. Pero no sabía si le quería como amigo o como algo más.
Un día, en las clases que a Sandra tanto gustaban tenían que dibujar y pintar al óleo cualquier medio de transporte. Ella estaba dibujando el interior de un coche con personas cuando Óscar le dijo:
-Te falta dibujar el cinturón de seguridad.
-¿Qué más da?
-Dibújalo. No te cuesta nada.
-No hace falta que sea tan realista, sólo es un dibujo. Y el cinturón de seguridad no es lo más importante.
-¿Eso crees?
Sandra le miró y se dio cuenta de que unas lágrimas empezaban a caerle.
-Lloras porque no he dibujado el cinturón de seguridad. Yo alucino.
Ahí fue cuando mi hermana se dio cuenta de que era la persona más ignorante e insensible del universo. No hacía falta ser un genio para saber porqué lloraba Óscar. Se levantó y fue a abrazarlo mientras se disculpaba una y mil veces y le decía que sí que iba a dibujarlo.
Cuando acabó la clase se quedaron un rato en la calle.
-¿Sabes que a pesar de todo me siento privilegiado? No todo el mundo sufre un accidente de tráfico y vive para contarlo.
-¿Qué pasó?
-Yo tenía siete años. Iba en el coche con mis padres a visitar a mi abuela que vive en otra ciudad. Siempre me sentaba en medio. Ese día me dolía la barriga y como el cinturón me hacía daño decidí no ponérmelo. Bueno, era como si estuviera puesto para que mis padres no me dijeran nada pero no me lo abroché.
Había un coche que iba en dirección contraria y con exceso de velocidad. Mi padre lo detectó demasiado tarde. Frenó cuando ya lo teníamos delante y...
-Me da la impresión de que no soy quién para preguntarte eso. Soy una cotilla.
-Si no quisiera contártelo no te lo contaría. Afortunadamente, no me amputaron las piernas pero se me quedaron inmóviles de por vida.
-¿Y tus padres?
-Llevaban puesto el cinturón de seguridad y saltaron los airbags. No se hicieron nada. El caso es que si quieres que a las personas de tu dibujo no les pase lo mismo que a mí ya sabes lo que tienes que hacer.
-Por supuesto.
Ya tenía la respuesta a lo que hacía tiempo que se preguntaba. No sentía pena por él. Porque él tampoco la sentía por sí mismo. Se sentía afortunado, y de hecho, lo era. Era muy optimista, alegre y extrovertido, y gracias a él Sandra también lo era. Cuando me lo presentó me cayó muy bien. Era muy simpático y a mi hermana la había transformado. Era feliz. Nadie podía decir que mi hermana la introvertida y aparentemente infeliz había cambiado. Y todo gracias a él, Óscar, quien ahora es mi cuñado.



Esta historia la escribí hace dos o tres años para un concurso de literatura cuyo tema era la discapacidad. Desafortunadamente nunca vio la luz porque se me pasó el plazo. En aquellos tiempos recibía una fuerte influencia por parte de las clases de autoexpresión o "artes plásticas" como lo yo misma lo llamé en el relato. Óscar, Sandra, Belén y Ana son personajes ficticios y cualquier parecido con la realidad es pura coincidencia.

domingo, 12 de junio de 2011

Espacio cursi-moñas-rosa

Es curioso cómo la opinión que tenemos sobre una persona puede cambiar de la noche a la mañana. Cómo de repente alguien que siempre ha sido anónimo para nosotros nos empieza a llamar la atención. Siempre ha estado ahí, mezclado entre la multitud o quizás, un poco apartado, pero no nos dábamos cuenta. Siempre ha sido (y es) un colosal iceberg que solo mostraba (y muestra) una microscópica parte. Alguien con quien llevas compartiendo mañanas y tardes desde tiempos inmemorables pero de quien no sabes nada en absoluto. Bueno, vale ya de hablar en plural y en segunda persona, puede que a vosotros/as no os haya pasado. En fin, fue así de simple, pues resulta que cuando quise darme cuenta no podía estar un patio entero sin buscarlo con la mirada, no podía hablar con él sin sonreir como una estúpida, no podía dejar de odiar las asignaturas en las que no vamos juntos... Recuerdo cuando el año pasado cierta amiga mía me dijo que le daba miedo por las fotos de su tuenti pero en realidad, de él no tengo ni un mísero recuerdo de estos últimos trece años. Aunque sí que me acuerdo de que fue el año pasado a finales de curso cuando empezó a caerme bien, porque recuerdo que deseé que no repitiese. Pero, sinceramente, creo que lo he conocido este año y me parece la persona más "cuqui" (en honor a Cris) del mundo. Me encanta lo listo que es cuando quiere, incluso me alegro más por sus notas que por las mías. Lo peor es que al principio todo era broma y resulta que incluso yo me lo he acabado creyendo, o mejor dicho, ha acabado sucediendo.

martes, 26 de abril de 2011

Fuente de inspiración: El comentario de Carla

Somos egoístas. El ser humano lo es por naturaleza. Situamos nuestros pequeños problemas en el centro del universo y no nos damos cuenta de lo afortunados que somos en realidad. A veces sentimos que ya no vale la pena luchar por nada, que nada merece nuestra atención, nos pasamos el día absortos, ponemos cara de pocos amigos a todo ser vivo que pase por nuestro lado, nuestros amigos intentan animarnos y nosotros se lo agradecemos dedicándoles una maravillosa cara de asco, la misma que ponemos cuando tragamos agua del mar sin querer. Y cuando nos dicen "Sonríe, no es para tanto" nos sentimos los seres más incomprendidos del planeta y gritamos "¡Tú no lo entiendes! ¿Vale?". Pero, ¿realmente vale la pena montar todo ese numerito? Sabemos que hay gente muchísimo peor que nosotros, aunque suene a tópico de madre. Es muy fácil adoptar la postura "No es mi culpa"  pero es que en la mayoría de los casos tampoco lo es la suya. Ya no es una cuestión de conformidad, resignación o pasotismo sino de solidaridad. Es como decir "Estoy gorda, necesito ponerme a régimen" delante de una persona con unos cuantos kilos más que tú. Somos nosotros los que hacemos una montaña de nuestro microscópico grano de arena. Porque no tiene ningún sentido ver la vida de esa forma ya que sufrimos nosotros al no darle el valor que se merece y contagiamos a la gente que nos quiere y se pregunta porqué narices nuestra mirada parece la de una vaca que va directa al matadero para convertirse luego en un sabroso filetón del Foster's Hollywood. No podemos decir que somos realistas porque ese es un concepto demasiado relativo, con lo cual cada uno lo entiende a su manera. El realismo en sí es sinónimo de objetividad y la objetividad está a años luz de las opiniones personales, así que no podemos engañarnos a nosotros mismos pensando en lo desdichados que somos y opinar "No soy pesimista, soy realista" porque esa es únicamente nuestra opinión y por mucho que creamos que es la más importante porque nadie nos conoce mejor que nosotros nada más lejos de la realidad. Para estas ocasiones hay algunas frases cursis como "Si lloras porque se puso el sol, las lágrimas te impedirán ver las estrellas" o "Si la vida te da mil razones para llorar, demuéstrale que tienes mil y una para sonreír".
Recordad: "Ser pesimista perjudica gravemente su salud y la de los que están a su alrededor".
Amani na upendo (que significa "Paz y amor" en suajili).

domingo, 9 de enero de 2011

¿Todo vale en la moda y en la guerra?






Rock style, boho chic style, hippie style, grunge style... ¿Alguien puede aclararme en qué momento se convirtieron en estilos de moda? Antes un rockero era una persona enamorada del rock and roll, ahora lo es cualquier individuo con una cazadora negra con tachuelas. ¿Boho chic? "Es un look aparentemente desaliñado y pseudo grunge que, sin embargo, está cuidado al milímetro y conseguido con prendas caras y exclusivísimas. Denominado así por boho (de bohemio + hippie)" según una web de moda llamada Trendencias. Para bohemios Toulouse-Lautrec y compañía, pero vamos, dudo que los verdaderos bohemios de hoy en día luzcan "prendas caras y exclusivísimas". Los hippies escuchaban rock psicodélico groove y folk contestatario, abrazaban la revolución sexual, creían en el amor libre y rechazaban el consumismo. Ahora te pones una cinta en la frente y gafas de sol redondas y voilà, a ser hippie se ha dicho. Grunge. Estilo musical que vio la luz en los sótanos y garajes de Seattle a finales de los 80 y  uno de los géneros musicales más populares de los 90. Pero si quieres convertirte en grunge no hace falta que sepas quien es Kurt Cobain, no tienes porqué conocer su mítica frase "Nadie muere virgen, la vida nos jode a todos", únicamente has de ponerte una camisa de cuadros de franela.
Estas subculturas o tribus urbanas tienen sus ideologías, su forma de comportarse, su música representativa... no pueden ser reducidas a una simple forma de vestir. No puedes ponerte una camiseta con la bandera de Reino Unido y la frase "God save the queen" y decir "Soy punk" sin saber lo que significa ni representa. El problema es que muchas veces llevamos prendas con algún significado desconocido para nosotros sólo porque están de moda. A las pruebas me remito. ¿Cuántas personas habéis visto por la calle con kufiyas (pañuelo palestino) en el cuello? Son monísimas y quedan genial puestas (en el cuello, que no es como se ponen en realidad) pero tienen un significado, ¿sabéis? Es el símbolo de la resistencia palestina sobre la invasión sionista israelí en su territorio. Los originales son blanco y negro y blanco y rojo. Pero ¿cuántas personas de las que lo llevan lo saben? Lo mismo ocurre con los decenarios que Sara Carbonero puso de moda el verano pasado. Esta pulsera originaria de Brasil es en realidad un rosario para la muñeca hecho con 10 nudos que sirven para contar los 10 Ave Marías de un rosario. ¿Qué sentido tiene que las lleven personas no cristianas? ¡Son rosarios! Porque me niego a pensar que todos los que las llevan creen en Dios.
De todo esto también podemos extraer que nos gusta mucho poner etiquetas y que muchas veces esas etiquetas están equivocadas. Aunque también es verdad que las apariencias no engañan, son solo apariencias. En conclusión, vestid como queráis, yo simplemente os aconsejo que no os pongáis algo que no va con vosotros simplemente porque esté de moda y que no os obsesionéis con tener a todo el mundo dentro de alguna tribu urbana. Etiquetas no, gracias.